Bonsái, significa
“árbol en maceta” (bon, significa bandeja o maceta, y sai, significa árbol o
planta). Pero la traducción literal no alcanza para definir su espíritu.
Podríamos decir que un bonsái es un árbol o un arbusto en miniatura, la forma
estilizada de un árbol silvestre, una planta que soporto los embastes del
viento y las lluvias, crece entre las rocas y fue adaptando sus raíces en
búsquedas de los nutrientes que necesita para sobre vivir.
Para quienes desconocen el arte del bonsái, los preconceptos
están a la orden del día: algunos creen que es un árbol mutilado y hambriento, mientras otros piensan que es el fruto de extrañas manipulaciones genéticas. Pero por suerte, son muchos más los hombres que ven el bonsái una verdadera obra de arte. De las disciplinas artísticas, la que más se acerca al bonsái es la pintura de paisajes: el deseo de reproducir la naturaleza en miniatura.
Como en el resto de
las artes visuales, la composición la proporción, la profundidad, el color y la
textura juegan un importante papel: pero la diferencia con el resto radica en
el bonsái es una escritura viva, una obra de arte dinámica en continua
evolución.
El espíritu del
arte del bonsái: el bonsái, debe expresar la personalidad y el carácter de
quien lo ha cultivado. No existen semillas de bonsái, ni es el resultado de una
mutación genética, es el fruto de un prolongado y paciente trabajo que se
extiende a lo largo de la vida de la planta, aún más allá de la vida de quien
lo cuida.
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