Los cactus son plantas que poseen la facultad de sobrevivir en
condiciones de sequía extrema gracias a su capacidad de acumular agua en sus
tallos, hojas o raíces. Han sido utilizados por el hombre ampliamente para
alimentar al ganado, para evitar la erosión de los campos y por sus propiedades
curativas y tóxicas.
Su éxito como planta de interior o exterior decorativa está ganando cada
vez más seguidores, amantes de la luz y las elevadas temperaturas, son sus
flores vistosas y sus escasos cuidados los que los hace merecedores de ese
éxito. Vamos a ver unos datos básicos para que sepáis más sobre ellos. Suelo Un
terreno perfecto para tu cactus podría ser uno compuesto por Arena. Arcilla.
Carbón vegetal molido.
De esta forma conseguiremos un sustrato que drene bien y que
podamos mantener hasta cuatro o cinco años sin abonar, aunque podemos incluir
un poco de abono líquido en la época de crecimiento. Luminosidad Necesitan
mucha luz, por lo que es importante plantarlos cerca de algún punto que les
aporte mucha luminosidad.
Para
favorecer la floración de los cactus debemos tener en cuenta lo siguiente:
Respetar su reposo anual, que suele coincidir con el invierno. Durante este
tiempo es necesario que lo reguemos poco (un par de veces al mes son
suficientes) y que dejemos a la planta en un lugar resguardado, lejos de las bajas
temperaturas o las heladas, y donde pueda disfrutar de muchas horas de luz.
Si
las plantas están situadas en el interior, debemos reducir el riego, pero
vaporizar de vez en cuando para evitar que se seque totalmente y pueda
marchitarse. También es conveniente que estén en un lugar ventilado, cerca de
una ventana.
Durante
la etapa de letargo los cactus producen sus capullos de flores. Podemos
observarlos porque parecen pequeños bultos redondos. Una vez que haya acabado
el tiempo de reposo debemos volver a recuperar los hábitos de cuidado. Primero,
recuperando los riegos (debemos hacerlo de forma progresiva); segundo, poniendo
la maceta en un lugar donde reciba el mayor número de horas de luz solar.
Riego
El regado será necesario cada 10-15 días en primavera y verano y casi
mensualmente cuando estemos en invierno. En exteriores debemos tener cuidado de
no regarlos a pleno sol pues las salpicaduras de agua podrían hacer que nuestro
cactus se quemara con los rayos solares.
Los
cactus producen flores de gran belleza, pero debemos esperar a que la planta
esté madura para comenzar a disfrutarlas. Esta espera varía dependiendo de la
variedad de cactus que tengamos. Así, algunos ejemplares como el Ferocactus, el
Echonocactur o el conocido como Cereustardan tardan 10 años en comenzar a
producir flores; mientras que otros son más tempraneros, como los Mammillaría o
los Astrophytum. A diferencia del resto de las plantas, los cactus pueden abrir
sus flores durante el día o durante la noche. En ambos casos la apertura de la
corola se produce cuando hay poca luz para evitar exponerla a temperaturas
elevadas.
Las
flores que producen los cactus suelen ser de grandes dimensiones, de colores
muy vistosos e incluso olores embriagadores. Con todo ello consiguen atraer a
polinizadores que participen en la aparición de sus frutos (muchos de ellos son
comestibles).